La Nave de los Locos
la nave de los locos
el bosco
Stultitia Navis o Nave de los Locos es un tópico recurrente en el Renacimiento. El Narrenschiff
está inspirado en la leyenda de Jasón y los Argonautas, un mito clásico
que vuelve a cobrar vida con el espíritu de la época. Pero, más allá de
que esta composición mental sirviera como materia para diversos
géneros artísticos, tanto literarios como pictóricos, parece que estas
embarcaciones sí existieron.[i]
Era una medida de expulsión de aquellos insensatos que incomodaban a la
sociedad «normal» la cual ya no podía pagar su mantenimiento y vagaban
sin rumbo específico. La expulsión significa un exilio ritual, pero la
exclusión sobre un barco es una peregrinación en busca de cordura en el
mar de aguas purificadoras. Figura ir de un punto hacia otro, o sea,
libra al «loco» de su suerte errante y le ofrece un «objetivo», un viaje
que si bien tiene un destino incierto al menos provee un sendero a
ciegas, un tránsito que no le permite ser parte de un lugar. Así la
sociedad se libra de este singular personaje (el lector contemporáneo
puede espantarse con esta imagen, pero si en la antigüedad el loco es
expulsado en la actualidad también es apartado mediante el encierro o
manicomio, pregúntese a Nerval, Hölderlin, Artaud, Nietzsche o Van Gogh
sin mencionar más). Foucault nos dice:
“El agua y la navegación tienen ese papel. Encerrado en el navío de donde no se puede escapar, el loco es entregado al río de mil brazos, al mar de mil caminos, a esa gran incertidumbre exterior a todo. Está prisionero en medio de la más libre y abierta de las rutas: está sólidamente encadenado a la encrucijada infinita. Es el pasajero por excelencia, o sea, el prisionero del viaje. No se sabe en qué tierra desembarcará, de qué tierra viene. Sólo tiene verdad y patria en esa extensión infecunda, entre dos tierras que no pueden pertenecer le.”
Y es que al demente se le borra del mapa -igual que al leproso- por
representar varias cosas: amenaza, ridiculez, sinrazón, extravagancia,
rareza, insensatez y ambigüedad en su comportamiento. Al leproso se lo
expulsa por el peligro al contagio. Al loco por su incompatibilidad. Por
cierto, los primeros «manicomios» eran leprosorios (vid. Foucault,
2000). Es el diferente, el «otro». Personifica vicios y defectos, una
conducta no acorde con la estipulada, presagio de algún mal y
encarnación del pecado congénito. De esta manera, la concepción de
locura al inicio del Renacimiento se comunica con la Edad Media al
colocarla en la jerarquía de los vicios morales y el pecado. Esto se
aprecia en un autor flamenco: Heronimus Bosch o el Bosco (1450?-1516) y
su oleo La Nave de los Locos[ii]
(parte de un tríptico donde analiza los pecados capitales) posee
estrecha vinculación medieval. El tema es totalmente renacentista pero
los elementos elegidos pertenecen a un cosmos medieval, veamos.
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